De qué nos quejamos cuando por fin hemos acabado.
Solo queda ir borrando lo familiar,
reemplazarlo por algo mejor...
en caso se encuentre algo mejor.
Llorar a moco tendido sobre la almohada,
botar la ropa que fue dejando cada noche,
el cepillo de dientes, de esos que te dan en el avión,
y sus pantuflas sucias.
No duele,
pero te gustaría incitarte al dolor.
Para qué, porqué, hasta cuándo.
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