Qué hay detrás de ese ojo que no mira.
Quebrantado merma el sortilegio en nuestras narices.
Aun cuando parece próximo, se oculta.
Respira despacio en la sombra.
No quiere despertar a su dúo,
pero aunque lo avivara,
estaría a deshora.
Cómo mirar a ese ojo que no mira:
acostumbrarse,
obnubilarse,
corromperse,
encandilarse.
Junto al albor,
sobrevive su memoria intacta de afecto innato;
el pseudoinvidente
sí puede ver,
solo esta cansado.
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