miércoles, 26 de agosto de 2020

Un año más de vida.

 Mi querido padre, 

Esta noche he soñado muchas cosas extrañas, un desorden de pensamientos encarnados que me hacían llorar en la madrugada, voltear la almohada y exigirle a mi mente vaciarse de todo sufrimiento, pero no he podido. En ninguna de mis imágenes nocturnas apareciste tú, lo que me hace creer que solo necesitaba de tu presencia y un abrazo tuyo para arrebatarme el mal sabor de la pesadilla.

Este halo de tristeza me esta alumbrando todo el día, no lucho contra él, solo me alojo en los pensamientos inmensurables que me corroen.

Cuando pienso en ti siento que me rompo por dentro. Sí, soy consciente de que este es un placer que he logrado tolerar con el tiempo. Siento que en alguna parte mía te me has muerto en algún momento y siento también, que he hecho un funeral con nuestros recuerdos para no llorarte y ocultarme a diario en lo exótico de mi ocupación . 

Este día, tu cumpleaños, he despertado apática y sin los sentidos a flor de piel como de costumbre. Me doy cuenta de que necesito mucha compañía y no he sabido ganármela.

Nos hemos hecho daño. Mi niña interior te ha odiado tanto como una esposa abandonada, una adolescente rebelde, una hermana asustada. No tengas miedo de mis palabras, padre, son volátiles como mis pensamientos en este momento. Mi presente te bendice con amor infinito. Quiero que seas feliz, que vivas tu ideal, que llenes esos deseos infantiles que quedaron insatisfechos, que tus ojos brillen como cuando estuviste en Disneyland viviendo mil aventuras. Si algún día despiertas y te das cuenta de que no eres feliz, yo sabré extender mis raíces para que te cobijes dentro de mi corazón que te ama, aunque te haya menospreciado tantas veces.

Proyecto a través de ti lo celestial y mundano. Ideales que no me dejan amar con libertad, que oprimen mi cuerpo con la superficialidad de lo ajeno, que me piden empoderar mi universo y volverlo inalcanzable para no salir lastimada.  Has sido tal vez mi hijo en alguna otra vida y te he dañado con la misma vara.

Me gustaría retroceder el tiempo y enseñarte a no lastimarme. Tener la fuerza de un águila y detenerte. Tener el poder de una bruja y hacerte ver las futuras consecuencias de involucrarme en tus hazañas. 

Me gustaría comprender que el amor entre nosotros es y será inagotable siempre. Me gustaría poder abrazarte ahora mismo, sentir tu plexo abierto y decirte con un sonido profundo que te perdono.


 

martes, 25 de agosto de 2020

Para mi amante cósmico

Te he soñado. El mismo rostro, el mismo pelo, pero de alma diferente. Eras tú, y a la vez escondías a alguien más. Tenías entre tus sábanas a una joven de mirada extraña e inexperta y parecías contento al saberte superior. Toqué tu puerta y por un segundo nos miramos como si en alguna otra dimensión se estuviera construyendo una historia verdaderamente mágica y hasta perfecta entre nosotros. Sin ningún remordimiento, como si no fuera yo misma tampoco, le dije a aquella joven que se vista y le di unos medicamentos intentando curar su sexo después de haber sido penetrado y eyaculado por ti. Me invadía una templaza absoluta, un control equilibrado. No sentía absolutamente nada, solo había ido a hacer mi trabajo.

Y es que no era tu alma la que estaba allí junto a otro cuerpo. No eras tú. No eras nada de lo que realmente me gusta de ti.

¿Qué es lo que te gusta de mi? ¿Es algo que cambiará a través el tiempo? ¿Es acaso mi belleza lo que amas? ¿Es acaso mi sexo idealizado en las sombras lo que te vuelve loco?. 

Si es así, te pido por favor que no sigas a través de este umbral que me guía, porque hoy he comprendido que habrá siempre a nuestra disposición un buffet interminable de carne cruda con cuerpos hermosos, feos, musculosos, delgados, voluptuosos, altos, bajos, bien dotados, de contorsiones ideales y flujos inimaginables, con olores y sabores de todo tipo y para cualquier ocasión, pero la sangre que vibra dentro de aquellos universos siempre será indescifrable a primera vista.

Por culpa de mi espíritu aún miserable, siento el dolor que genera desapegarse de toda esa belleza etérea, siento la impotencia de no poder atragantarme con todas esas tripas como un animal prehistórico y sin intelecto, siento pues, que en la desnudez de mi pobreza interior, algo oscuro y con sabor a estiércol me exige consolidar mi puesto como reina absoluta de corazones [es mi ego], y sé que en el fondo tu luchas –como yo– con esa ansia de saberte el emperador de todo lo que tenga vida y aparente belleza.

Pero, hoy he tenido una epifanía entre sueños que ha revelado una verdad que trasciende los límites de lo elemental, me rescata de la indigencia y me desviste de los harapos sucios que han colgado en mi cuerpo veinticinco años luz.

He comprendido que sería imposible para mi amarte si no tuvieras el alma que tienes. Aun conservando tu cuerpo, tus gestos, tu sexo, que me tienen a un millón de decibeles por segundo, si no tuvieras esa alma que te caracteriza y que me vuelve implacable como ahora mismo, NO TE AMARÍA. Es más, ni siquiera pensaría en poseerte de alguna manera vana o atravesarte de vez en cuando, no sentiría celos, simplemente perdería interés, no sentiría absolutamente nada por ti y hasta te despreciaría al saberte divino en otra dimensión y vacío en la que se me ofrece tomarte, sin aquella alma que he descubierto que me hace serte fiel y tenerte fe. Porque, cariño, ahora que te he encontrado en mis sueños con el interior de otro color, sé que me sería imposible abrirte la puerta a mi universo, solamente con la aprobación de tu empaque. Por eso, te pido que conserves la lucidez de tu mirada infinita que sé que hábilmente mutará entre tantos destinos.

Aquella ilusión proyectada en mis sueños eras concretamente la carne joven que eres hoy y que, por el placer que me regala a diario, puedo creer que fisicamente me inhibe de ver con ojos deseosos otros cuerpos, al punto de anular mi oxitocina y tender un escudo de hierro ante otras carnes posiblemente seductoras. Pero, cariño mío,  quiero aclarar que para mí hace mucho que has dejado de ser un pedazo de carne. Es tu alma lo que hoy –concretamente– se me ha revelado como la motivación profunda de mi lealtad. Sin ella, repito, todo deseo se desvanecería, desde la proyección de un futuro juntos, hasta el sexo ocasional.

Tu alma es infinita, un bucle que siempre busca desahogarse de lo simple. Eres un alma que conscientemente gusta de sufrir y amar, de invocar al mismo tiempo a los dioses y al infierno, que gusta de saberse nada y a la vez todo. 

Doy gracias a mi alma por permitirme verte más allá de lo que la mayoría deseosa podrá contemplar en ti. Y solo me quiero quedar con ese como tu recuerdo eterno.

Somos pues un par de cuerpos delicadamente dibujados –como muchos otros– comunes son nuestras partes y vacíos siempre esperan nuestros sexos tal como nuestros estómagos, pero de nuestra alma nadie más saboreará con esta clarividencia que nos inunda.

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Algún tipo de fe

Lucho contra ti

oh amante vacío que duda

Lucho contra mi sexo 

que quiere derramarse en cualquier lugar para repotenciarse.

Lucho contra cualquier ideal

que me pide arrancarme a pedazos la piel.

Ya lo sé todo de este ser

y aun así quedo insatisfecha.

Busco con desesperación algo obsceno que me haga desvariar

que me abra los ojos y me haga odiarlo.

No puedo llorar, mi ego esta a punto de explotar.

Oh dios, porqué no me hiciste más simple.

Mis pechos están en llamas y se mimetizan con tu sufrimiento.

Siento que tarde o temprano esa tirria que anhelo se engendrará

solo quiero adelantar su llegada.


lunes, 24 de agosto de 2020

Cariño


Qué te puede satisfacer toda la vida, cariño?
Últimamente me pregunto acerca de la materia de tus sueños,
del tacto que anhelas recorriendo la constelación de tus lunares.
Para comprenderte de raíz
habría que crearte otra vez,
engendrar nuevamente esos huesos y venas que te conforman,
diluir tu identidad
y ver a plena luz la incertidumbre de tu grito desenfrenado.

Quien eres realmente, cariño mio?
Me tienes apostada entre mi pasado y mi futuro
colgando sin cautela en este éxtasis divino.
Mientras, te veo cabalgar con templanza
como maniobrando sabiamente el porvenir.

Sabes de qué materia son mis sueños?
Mundanos, divinos, humanos.

Me propongo recorrer todos los infiernos 
para auto-seducirme al renacimiento
antes de mancharte siquiera con proezas artificiales.

Benevolente te miro de reojo
esperando que dibujes el firmamento
para apuntalar con mi vientre este magnetismo insólito que nos une.

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jueves, 20 de agosto de 2020

Soñé con carne

 Soñé con carne

Soñé que no era suficiente o que si lo era alguien no me lo permitía

Era violenta para cuidar lo que era mío, casi como una leona. Mientras él tenía la mirada inundada de sed sexual hacia esta otra de cara bonita tendida sobre la cama, yo defendía nuestro amor en una lucha vital cuerpo a cuerpo. 

No se me permite ver los cuerpos de ellas, veo solo  el cuerpo desvanecido de él implorando recibir placer ahora mismo. Me da pena. Me siento usada. No es quien pensaba que era.  Solo tiene dentro un demonio que expulsa fuego. Una máquina de amor dispuesta a complacer y vanagloriar al otro. 

Me siento incompleta en el ejercicio de comparar mi cuerpo con estos otros cuerpos –que  por cierto, no se me permiten ver en su máxima complejidad–. No se si aquellos cuerpos me gustarían, complacerían o excitarían en la realidad concreta. Solo puedo imaginarlos y en el dibujo resalto los atributos que no tengo, aquellos que cumplen ciertas expectativas que creo que él desea con su mirada  que expectora carne brutal animal sexual orgásmica. El placer demoníaco que necesita hacer doler, romper, penetrar, poseer, apretar (coger concha, poto, teta) para sentirse más lleno, un varón más completo, y al mismo tiempo libre de semen. 

¿Que hay que hacer con esta sensación que de pronto innunda y no deja en paz?

Están a mi lado los ojos más tristes, deseosos de amor, que juegan como un niño y que a la vez me tocan como un hombre. Esta complejidad que me acompaña, ¿responderá a la brutalidad del hombre que dibujan mis sueños? 

¿Quedré sufrir con esta superstición que me ataca en la madrugada? 

Me siento atada a  ciertas ideas y las observo de lejos, las percibo con todos mis sentidos. "Esto" es el resto o ¿soy yo la que esta infectada con mis ideas sobre la carne y el sexo?. Acaso estoy luchando contra algún vestigio de aquello que todos sabemos que muy en el fondo solo llena de manera momentánea para luego dar el salto fugaz de la cama que nunca albergará cariñosamente, de la cama rancia de sábanas rojas y ásperas que piden escapar.

Somos sin duda un mar de epifanías, de bucles no resueltos con nuestros propios pensamientos etéreos. Lo concreto solo se puede ver si se afina la mirada y se abre aquel dolor enterrado, si se comprende que lo que se piensa está dentro de uno, no porque esté dentro de los demás o porque alguien nos lo haya engendrado. Sin duda, son ideas que  probablemente han nacido de alguna situación engorrosa. 

Creer que el varón es y será siempre dominado por su apetito sexual y que eso lo único que le puede hacer feliz es mi más grande paradoja. Pero, me detengo en "lo único que le puede hacer feliz" para reflexionarme a mi misma. ¿Acaso es eso lo único que me puede hacer feliz?  o ¿lo que finalmente me asegurará mantenerme atada a este "otro" indefinidamente? 

En un mundo desconocido parece que hay que empezar reconocerse en lo entredicho para otros, en lo que le imponemos ser a los demás. 

Me resulta vergonzoso querer creer tener las soluciones para no aburrirme jamás del cuerpo que poseo y desapego. Necesito regresar a lo concreto: no hay nada en la realidad que me diga que me falta algo para satisfacer a quien tengo a mi derecha, no hay nada en la realidad que me dé siquiera una señal de auxilio, más bien todo me dice quédate, disfruta, piensa, crece y deconstrúyete. Abre los lares más profundos de tu mente, limpia el polvo que opaca tus ideales y lava, lava, láva-te. Una llamada al recordar, al presente, y a lo que se quiere. Soy en  este mundo la que nunca ha amado perfecta y libremente desde el alma y el corazón como lo hago ahora. Siempre me ha vencido a MI  el cuerpo, YO  me proyecto a mi misma en ese hombre de mirada felina, son las etiquetas que quiero estamparme para reconocerme y etiquetarme.