Soñé con carne
Soñé que no era suficiente o que si lo era alguien no me lo permitía
Era violenta para cuidar lo que era mío, casi como una leona. Mientras él tenía la mirada inundada de sed sexual hacia esta otra de cara bonita tendida sobre la cama, yo defendía nuestro amor en una lucha vital cuerpo a cuerpo.
No se me permite ver los cuerpos de ellas, veo solo el cuerpo desvanecido de él implorando recibir placer ahora mismo. Me da pena. Me siento usada. No es quien pensaba que era. Solo tiene dentro un demonio que expulsa fuego. Una máquina de amor dispuesta a complacer y vanagloriar al otro.
Me siento incompleta en el ejercicio de comparar mi cuerpo con estos otros cuerpos –que por cierto, no se me permiten ver en su máxima complejidad–. No se si aquellos cuerpos me gustarían, complacerían o excitarían en la realidad concreta. Solo puedo imaginarlos y en el dibujo resalto los atributos que no tengo, aquellos que cumplen ciertas expectativas que creo que él desea con su mirada que expectora carne brutal animal sexual orgásmica. El placer demoníaco que necesita hacer doler, romper, penetrar, poseer, apretar (coger concha, poto, teta) para sentirse más lleno, un varón más completo, y al mismo tiempo libre de semen.
¿Que hay que hacer con esta sensación que de pronto innunda y no deja en paz?
Están a mi lado los ojos más tristes, deseosos de amor, que juegan como un niño y que a la vez me tocan como un hombre. Esta complejidad que me acompaña, ¿responderá a la brutalidad del hombre que dibujan mis sueños?
¿Quedré sufrir con esta superstición que me ataca en la madrugada?
Me siento atada a ciertas ideas y las observo de lejos, las percibo con todos mis sentidos. "Esto" es el resto o ¿soy yo la que esta infectada con mis ideas sobre la carne y el sexo?. Acaso estoy luchando contra algún vestigio de aquello que todos sabemos que muy en el fondo solo llena de manera momentánea para luego dar el salto fugaz de la cama que nunca albergará cariñosamente, de la cama rancia de sábanas rojas y ásperas que piden escapar.
Somos sin duda un mar de epifanías, de bucles no resueltos con nuestros propios pensamientos etéreos. Lo concreto solo se puede ver si se afina la mirada y se abre aquel dolor enterrado, si se comprende que lo que se piensa está dentro de uno, no porque esté dentro de los demás o porque alguien nos lo haya engendrado. Sin duda, son ideas que probablemente han nacido de alguna situación engorrosa.
Creer que el varón es y será siempre dominado por su apetito sexual y que eso lo único que le puede hacer feliz es mi más grande paradoja. Pero, me detengo en "lo único que le puede hacer feliz" para reflexionarme a mi misma. ¿Acaso es eso lo único que me puede hacer feliz? o ¿lo que finalmente me asegurará mantenerme atada a este "otro" indefinidamente?
En un mundo desconocido parece que hay que empezar reconocerse en lo entredicho para otros, en lo que le imponemos ser a los demás.
Me resulta vergonzoso querer creer tener las soluciones para no aburrirme jamás del cuerpo que poseo y desapego. Necesito regresar a lo concreto: no hay nada en la realidad que me diga que me falta algo para satisfacer a quien tengo a mi derecha, no hay nada en la realidad que me dé siquiera una señal de auxilio, más bien todo me dice quédate, disfruta, piensa, crece y deconstrúyete. Abre los lares más profundos de tu mente, limpia el polvo que opaca tus ideales y lava, lava, láva-te. Una llamada al recordar, al presente, y a lo que se quiere. Soy en este mundo la que nunca ha amado perfecta y libremente desde el alma y el corazón como lo hago ahora. Siempre me ha vencido a MI el cuerpo, YO me proyecto a mi misma en ese hombre de mirada felina, son las etiquetas que quiero estamparme para reconocerme y etiquetarme.
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